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LOCALES

2 de mayo de 2023

Desde Ingeniería alertan por el mal uso del Suelo

“Los suelos de pradera como hay en esta zona tardan 10 mil años en formarse y el hombre puede degradarlos en muy poco tiempo con malas prácticas de manejo agropecuario”, advierte la ingeniera agrónoma Guadalupe Ares. Es magister en Ciencias del Suelo, se doctoró en la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP, hace docencia en la FIO y habla de enseñar a cuidar el mundo que nos rodea empezando por lo que pisamos sin ver.

En ese contexto y desde la Facultad de Ingeniería de Olavarría la profesional señala que “el suelo es un activo que está en peligro", que se ha puesto en jaque y se fue debilitando por actividades poco racionales. Su preocupación es la escasa valoración de este recurso del que poco que se sabe porque no se ve y no se protege.

“El suelo tiene una función clave respecto del futuro sustentable en la mitigación del cambio climático y es un tema de agenda aunque en la Argentina todo eso siempre cueste un poco más”, admite la ingeniera que eligió la Agronomía por el imán que siempre tuvo con las plantas. Estudió en la Facultad de Agronomía de Azul y luego ingresó al Instituto de Hidrología de Llanuras que también funciona en Azul, su ciudad natal. Allí es investigadora asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

La protección del suelo es el eje elegido por la FIO en adhesión al Día de la Tierra que se conmemora gracias al senador y activista ambiental estadounidense Gaylord Nelson, quien proclamó ante Naciones Unidas que el 22 de abril fuera el Día de la Tierra para generar conciencia sobre su conservación y cuidados.

“Provee de alimento”

Guadalupe Ares desembarcó en el IHLLA con un proyecto de investigación vinculado al estudio de la infiltración y el escurrimiento en suelos y luego siguió en el “universo” de la hidrología y los suelos hasta que finalmente, en la etapa del doctorado, optó por dedicarse a analizar el proceso de erosión hídrica.

El cuidado del suelo “es fundamental” porque “sigue siendo un recurso que provee de alimento pero el ser humano tiene visión poco clara porque está oculto a nuestros ojos, no lo conocemos y no tomamos conciencia de las propiedades y de los servicios ecosistémicos que provee”, argumenta la profesional.

De hecho, el suelo es un recurso no renovable que proporciona el 95% de los alimentos. “Me brinda un servicio y lo tengo que cuidar porque además de proveernos de alimentos cumple muchas otras funciones que directa o indirectamente repercuten en el ser humano”, analiza la doctora Ares.

También desempeña un papel clave en el abastecimiento de agua limpia y en la resiliencia ante las inundaciones y sequías. “Es un regulador del ciclo hidrológico”, destaca la investigadora.

Un piso para las emisiones

Invertir tiempo, recursos y energía en la conservación del suelo es determinante ya que, en el caso de Argentina, almacenan el 2% de la reserva mundial de carbono en los primeros 30 centímetros de profundidad, según determinó un equipo de investigación integrado por el INTA, la Secretaría de Agricultura, la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa y los CREA.

Una de sus funciones estratégicas es la capacidad para capturar dióxido de carbono de la atmósfera y almacenarlo como materia orgánica estable, un fenómeno conocido como secuestro de carbono. “Interviene en el intercambio de gases y puede ser lugar de captura de carbono. Es un gran secuestrador de carbono, todos los seres vivos están constituidos por carbono. En el suelo viven miles de seres vivos y toda esa vida contribuye a la captura de carbono”, explica la Dra. Ares.

Ahora, una gestión deficiente o prácticas de cultivo insostenibles hacen que ese carbono se libere como dióxido de carbono y contribuya al cambio climático. “Visto desde la agricultura, que constantemente usa el suelo con cultivos, es necesario un manejo racional que evite la pérdida y degradación del suelo”, evalúa la investigadora del CONICET.

La problemática está en agenda: “En todos los congresos de suelo se habla de la captura de carbono y del desafío que enfrenta la agricultura para ayudar a mitigar el cambio climático y reducir las emisiones de gases contaminantes”, observa la docente que dicta clases sobre Información Rural y Agrología en la FIO.

Leyes hay, no se cumplen

Restaurar los suelos es clave para frenar el calentamiento global y hay naciones que se destacan por su acción climática. “En Argentina cuesta un poco más porque falta una política general hacia el ambiente”, subraya la profesional.

A nivel país y provincia “hay leyes vigentes pero no se están implementando”, asegura la Dra. Ares tras hacer un relevamiento legislativo sobre la conservación del suelo junto con la doctora Paula Noseda, subsecretaria académica de la Facultad de Derecho de la UNICEN. En esa línea, menciona la Ley de Fomento a la Conservación de Suelos (1981) que es nacional y la Ley Integral del Medio Ambiente y los Recursos Naturales (1995), de rango provincial.

 “Un dato positivo es que hoy está vigente en la provincia de Buenos Aires un programa de Buenas Prácticas Agrícolas cuyo objetivo es que los productores de cultivos extensivos puedan realizar, mediante la implementación de tales prácticas, un manejo productivo que mejore y conserve los suelos”.

Formación integral

En medio de este escenario, la Universidad tiene un rol impostergable. “La academia tiene que hacer conocer el suelo para que la sociedad lo valore. La presión social es la que ayuda a avanzar en lo que son temas de conservación. Participar en la toma de decisiones a la academia le cuesta más. Probablemente falte una interacción más fluida entre productores y academia que ayude a mejorar el estado de conservación o mediante prácticas de manejo sustentable”.

Desde la FIO “proponemos una mirada más ambiental y ese es nuestro granito de arena. Las nuevas generaciones van a tener muchos más desafíos y deberán pensar integralmente, aprender a ver los problemas con visión sistémica”, observa la docente.

Desde el aula se busca que “conozcan el recurso para que lo valoren y entiendan el rol social que cumplen como participantes del ordenamiento del territorio. Para ordenar el territorio hay que conocerlo, generar conciencia. Tenemos que aportar a esa formación profesional para que desde el presente haya una posición clara sobre importancia de ese recurso”, concluye la docente de Ingeniería en Agrimensura de la FIO.

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